El acceso físico, social y económico a una alimentación suficiente y segura es crucial para los habitantes de la Tierra. La población en constante crecimiento requiere de una producción alimentaria para la que, se pregona al día de hoy, no hay recursos planetarios disponibles para su obtención. El prevenir la pérdida de comida y el desperdicio de ella, particularmente en países en desarrollo, es un tema muy serio, ya que existen alrededor de 821 millones de personas hambrientas en el mundo. Se estima que para 2050 se debe duplicar la producción de alimentos; sin embargo, la tierra fértil y el agua cada día escasean más. El acceso económico y físico a los alimentos en sí no garantiza la seguridad alimentaria a nivel de los hogares. Lo que importa no es la producción de alimentos, sino su disponibilidad, pues esta equivale a la producción de alimentos menos las pérdidas y desperdicios. Más aun, no solo debe tenerse en cuenta la producción, sino también su consumo, que está relacionado con la dieta. El nexo del agua, la energía y la alimentación es cada vez más fuerte, y los impactos en un sector afectan a los otros. En un planeta bajo la presión del cambio climático y de las crecientes demandas de una población cada vez mayor, comprender y tener en cuenta estas interdependencias es vital para alcanzar las metas económicas, medioambientales y sociales a largo plazo. El reconocimiento de este nexo refleja los progresos de la ciencia y de la tecnología que han hecho posible realizar proyecciones a mediano y largo plazo. Mediante ellas se observan los incrementos de consumo (o demandas) de agua, energía y alimentación que, por su cuantía, plantean formular políticas para alcanzar dichas metas o, al contrario, disminuirlas por medio de un uso más eficiente de los recursos. El aumento de la productividad agraria, aún necesario a pesar de los matices que se describen, debe lograrse sin deteriorar el medio ambiente, sin agotar los recursos naturales y mitigando el cambio climático, lo que supone un enorme reto científico y tecnológico para la humanidad.
El cambio climático pone en peligro nuestras esperanzas. “Estamos al borde de un abismo y movióndonos en la dirección equivocada”, declara el secretario de las Naciones Unidas en 2021. Debemos, por tanto, actualizar nuestro lenguaje para describir lo que ocurre: en la actualidad ya hablamos de mega huracanes, super tormentas y lluvias intensas. Para que esto no siga sucediendo se necesita un recorte de 45% de las emisiones para 2030, aunque se predice que ese año aumentarán 16%. Eso nos condenaría a un escenario infernal por el aumento de temperatura de al menos 2.7 °C sobre niveles preindustriales. Un gran número de países se ha comprometido a alcanzar cero emisiones netas de gases invernadero para 2050. Se argumenta que nos enfrentamos a un futuro “apocalíptico”, prediciendo una transformación de la temperatura que ser catastrófica, inevitable. En muchos aspectos, como veremos, hemos pasado el punto de no retorno, por lo cual no podemos seguir evadiendo el problema, sino más bien imaginar cómo podemos detenerlo. Existe una palabra para esta nueva era en la que vivimos: el Antropoceno, término que representa la idea de que hemos entrado en una nueva era geológica en la historia de nuestro planeta.
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