Durante el periodo de confinamiento derivado del virus COVID-19 fueron inevitables la distancia, el aislamiento e incertidumbre entre la población. Los jóvenes universitarios debieron enfrentar emociones como la culpa, por no acudir a las sesiones a distancia; la desconfianza, por la calidad de las clases; el miedo, por percibir que no aprendían y podían reprobar la asignatura; así como la muerte, ante la pérdida y enfermedad de familiares y amigos. Estos son los resultados obtenidos en un estudio exploratorio de corte cuantitativo sobre las acciones y decisiones de los individuos en contextos emocionales realizado en 5 programas académicos, a partir de una encuesta a 455 estudiantes, aplicada en la última semana de actividades escolares, en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez en Nuevo Casas Grandes. Por ello, se afirma que las situaciones límite que se viven al interior de la comunidad universitaria alcanzan el proceso de resiliencia en tanto se hagan conscientes las problemáticas y se enfrenten las dificultades; ello debe ayudar a que se implementen estrategias de aprendizaje mejor articuladas entre profesores, autoridades académicas y estudiantes, a fin de continuar con procesos educativos más amigables; con menor tensión entre los sujetos y de mayor provecho para todos.

La contingencia sanitaria generada por el covid-19 obligó al mundo a hacer una pausa en todos los espacios de la vida cotidiana. En los diferentes niveles del área de educación se debió modificar el esquema tradicional y migrar a la educación a distancia, aunque, en la mayoría de los casos, sin preparación ni planeación.