La persona que se enfrenta con el final de su vida tiene necesidades varias que deben ser satisfechas para un adecuado cuidado integral, que incluye la atención y el acompañamiento espiritual. La evolución hacia sociedades espiritualmente plurales y las novedosas posibilidades existentes reclaman una actualización de la sensibilidad del acompañante respecto a la persona doliente que atiende. La teología de los sentidos permite captar mejor la realidad del individuo enfermo y es una ayuda que puede ser incorporada en instrumentos que mejoren los estándares de evaluación cualitativa de la atención familiar o residencial.