Como parte de las exigencias que la sociedad actual impone al proceso educativo, la integración de la Inteligencia Emocional en la malla curricular ha centrado la atención en los últimos tiempos. Esta demanda deriva en la necesaria revisión del rol del docente como actor dinamizador de tal integración. El presente escrito compendia los aportes esenciales que llevan a entender el marco conceptual vinculado a la Inteligencia Emocional y su incidencia en el contexto educativo, para abordar los requerimientos adicionados al docente en su tarea como ejecutor de los pasos esenciales para alcanzar la consolidación de la dimensión emocional de los estudiantes. La revisión documental confirma que el docente se hace cargo de una responsabilidad invaluable en el proceso formativo integral, siendo requerido como punto de partida su sensibilización y la propia formación emocional para alcanzar los magnos objetivos asignados a su función.