El presente artículo aborda la relación ambivalente de Nietzsche con los filósofos helenísticos, para saber por qué, a pesar de la extraordinaria influencia que estas escuelas ejercieron en su pensamiento, Nietzsche se les opone tan violentamente en su obra más tardía. Verificaremos que las principales críticas de Nietzsche a estas escuelas guardan mucha similitud con las que él dirigirá al cristianismo, y a la propia idea de terapia, como una crítica a la tradicional forma de concebirla, que estas escuelas parecen inaugurar y fortalecer. Nietzsche identifica a los filósofos helenísticos como los promotores fundamentales del nihilismo, que él diagnostica como la mayor enfermedad de la cultura occidental, para la que se requiere un médico adecuado y un tratamiento efectivo. La terapia cristiana no fue la única y, principalmente, no fue la primera, pues tiene a los filósofos helenísticos como claros predecesores y precursores. Tampoco estos escaparon al escrutinio crítico de Nietzsche que, en la reconstitución de la historia clínica de la cultura occidental, los identifica como promotores fundamentales de la enfermedad que diagnostica, muy en particular por haber justamente creado las condiciones y el encuadramiento necesarios para la emergencia de la terapia cristiana, preparando el terreno y lanzando las semillas sin las cuales el cristianismo no habría podido surgir y, sobre todo, triunfar. Referente central del desarrollo de esta reflexión será el parágrafo 120 de La gaya ciencia, crucial para el hilo argumentativo.