El objetivo de este artículo consiste en analizar los modos en que Grindr, aplicación para gestionar encuentros entre varones, opera de manera específica en un circuito erótico mayor a partir de su relación con otras tecnologías de ligue o de levante gay, sean virtuales o presenciales. El trabajo se desprende de una investigación de corte cualitativo que, entre octubre de 2017 y noviembre de 2018, buscó reconstruir las historias amorosas de 30 varones gays que viven en el Área Metropolitana de Buenos Aires, Argentina. Al entender a Grindr como una tecnología de levante inscripta en un circuito erótico mayor, se observan cuatro características en base a los usos que estos varones hacen de ella. Primero, su oposición con los espacios de encuentro presenciales. Segundo, analizar cómo funciona como genérico de las aplicaciones virtuales de encuentros revela su carácter hegemónico. Tercero, cómo se matiza su posición dominante en el contraste con otras tecnologías. Cuarto, cómo esas distinciones son desestimadas cuando se centra la observación en los pasajes que se dan entre dichas tecnologías. El artículo concluye con la necesidad de considerar a estas tecnologías como productoras del erotismo y de restituir el carácter circular de los intercambios eróticos.