“…Diferentes estudios han señalado que entre los trabajadores asalariados agrarios los padecimientos más frecuentes aparecen relacionados con: i./ enfermedades de las vías respiratorias (Duncan et al, 2011;Camarena Gómez et al, 2014;Clarke et al, 2021), dermatitis alérgicas, intoxicaciones y quemaduras (González Romo, 2008), además de un incremento de células con anormalidades nucleares (Ortega Martínez et al, 2019) debido al contacto con plantas tratadas con agroquímicos (Salazar Magallón et al, 2017;Alvarado Ibarra et al, 2019); ii./ insolación y deshidratación, debido a las jornadas extenuantes en condiciones climáticas extremas; iii./ traumatismos, accidentes y golpes en el traslado hacia los lugares de trabajo (Aranda y Franco, 2011;Izcara Palacios, 2020e); iv./ parasitosis intestinales derivadas de condiciones de higiene inadecuadas (Morett Sánchez y Cosío Ruiz, 2004;Pérez Soto et al, 2019), de la movilidad y de una nutrición deficiente (Ortega Vélez, 2007). Asimismo, la movilidad constante de los jornaleros y los roles de género que desvinculan a los varones de la preparación de alimentos, inciden en una alimentación deficiente de la población asalariada agraria, caracterizada por un consumo elevado de alimentos altos en carbohidratos (Arellano Gálvez et al, 2019) Los migrantes que tienen estatus legal y empleos estables no agrarios tienen tasas más altas de cobertura de seguro de salud (Duncan et al, 2011). Como contraste, el trabajo agrario se caracteriza por la irregularidad.…”