En este artículo planteamos una serie de consideraciones sobre el mito, la iconografía y, sorprendentemente, el culto de Ticio, una figura marginal, transgresora y sumamente compleja de la tradición mitológica helena. Un análisis de las fuentes literarias griegas (fechables entre la Odisea homérica y las Dionisíacas de Nono de Panópolis) evidencia que Ticio reúne varios atributos y características que lo asemejan, en mayor o menor medida, a un amplio abanico de personajes mitológicos, tales como Erictonio, Dioniso, Orión, Acteón, los Alóadas o Prometeo. Por otro lado, al encarnar a la perfección el papel de un antimodelo conductual que no debía ser imitado, Ticio constituyó una figura especialmente útil para la iconografía aleccionadora que era propia de los santuarios helenos, al menos desde el s. VI a.C. en adelante. Igualmente constatamos que tanto la polis de Panopeo en la Grecia Continental como una comunidad de la isla de Eubea reservaron sendos espacios públicos en honor a Ticio, en el primer caso como una medida profiláctica a la vez que propagandística (por tratarse de la supuesta tumba de este ser), y en el segundo caso con vistas a la celebración de rituales cultuales (por tratarse de su heroon). En las páginas que siguen exploraremos ambos mecanismos y propondremos una justificación para ellos.