“…En el extremo opuesto, y hasta hace muy poco, el récord lo ostentaba el genoma gigantesco, de unos 149 Gb, descubierto en Paris japonica, una especie perteneciente a la familia de las Melanthiaceae (Pellicer et al, 2010). Sin embargo, el reciente hallazgo de un genoma de más de 160 Gb en la especie Tmesipteris oblanceolata, un pequeño helecho horquilla (Psilotaceae) de la isla de Grande Terre en Nueva Caledonia y otros archipiélagos del Pacífico Sur, ha pulverizado esta marca (Figura 1) (Fernández et al, 2024). Este hallazgo plantea nuevas preguntas sobre dónde está el límite en la expansión de los genomas, una cuestión para nada trivial, sobre todo si tenemos en cuenta las múltiples consecuencias biológicas y los ingentes costos energéticos y metabólicos asociados al mantenimiento de estos impresionantes (giga)genomas.…”