El abuso sexual infantil es un problema con alta prevalencia tanto en Costa Rica como a nivel mundial. El mismo puede presentarse con cambios en el comportamiento, signos externos al examen físico, o bien ser silencioso y revelarse por medio de la divulgación por parte de la víctima. El médico y demás personal de salud deben desempeñar una serie de diversas funciones para abordar estos casos, entre ellas diagnosticar el abuso y descartar diagnósticos diferenciales, informar a los servicios de protección infantil, evaluar y tratar las posibles infecciones de transmisión sexual, brindar apoyo y tranquilidad a los niños y sus familias, así como aconsejar a los padres y niños sobre formas de ayudar a mantenerse a salvo del abuso sexual. De esta forma, se logra una intervención integral de la víctima y su entorno que favorezca un mejor pronóstico.