“…Una variedad de estos programas consiste en establecer una lista de antibióticos restringidos cuya administración requiere una autorización previa (3,6,7,10,11). Uno de los problemas de este enfoque es que el clínico prescriptor puede contemplarlo como una mera traba burocrática, pudiendo existir, además, el riesgo de atribuir a una determinada restricción antibiótica una potencial mala evolución de un caso particular (2,12).…”