Desde tiempos inmemoriales, los seres humanos, hemos necesitado diferenciarnos los unos de los otros y, a la vez, juntarnos en grupos similares, ya sea por una razón familiar, por lugar de origen o por gremios. En España, el uso de los apellidos como seña de identidad familiar se inició en época romana con el acompañamiento al nombre de pila del nombre del progenitor paterno. Su uso se extendió gracias al Concilio de Trento en el siglo XVI creando los diferentes apellidos españoles como los conocemos a día de hoy. Desde entonces, y tras siglos, un valor patrimonial incalculable se ha ido transmitiendo de generación en generación hasta llegar a nuestros días, pero no todos los apellidos han corrido esa suerte. La búsqueda, utilización y establecimiento de una legislación y unas técnicas tecnológicas para la preservación de los apellidos como patrimonio cultural inmaterial es necesaria. Técnicas jurídicas, genealógicas y cartográficas son las que se presentan en este artículo para revertir el riesgo de desaparición de los apellidos españoles. De igual forma, mediante un ejemplo práctico se contextualiza el uso de dichas técnicas sustentadas con la legislación vigente con la finalidad de salvaguardar el apellido español Vacelar.