El texto se enfoca en el análisis de algunas tensiones claves de la educación escolar latinoamericana, con especial referencia al caso chileno, que emergen tras la pandemia de COVID-19 y que se conectan con situaciones críticas previas. A partir de ello se identifican tensiones intrasistema, a saber, el descenso significativo de los aprendizajes, el creciente aumento de la desescolarización y las situaciones críticas de convivencia en las escuelas, para luego atender cuestiones de macropolítica, vinculados con la rigidez del Estado, la pérdida de valor social de la escuela, autoridades y docentes, y nuevas demandas a las que la escuela no tiene claro cómo responder. Estos elementos derivan en retos mayúsculos de nuevos diseños y de prácticas de la escuela que los líderes educativos han de considerar en perspectiva de las crecientes y simultáneas tareas que cumplen.