En este artículo analizo el papel del poder judicial en una etapa temprana del proceso de legalización de la adopción, los años sesenta, momento en que era una figura jurídica reciente pero llevaba siglos de existencia entre los repertorios de conformación de una familia. A partir de una reconsideración y síntesis de trabajos previos basados en el análisis de expedientes de los juzgados de menores Córdoba, sostengo que en esa etapa temprana de la institucionalización de la adopción, las prácticas formales e informales convivían y se retroalimentaban en los procesos legales. Las realidades de la adopción eran diversas y el poder judicial adoptó una actitud flexible y tolerante ante esa diversidad. Al mismo tiempo, construyó en torno a ellas una narrativa que exaltó aquellos rasgos que más se acercaban a los anhelos normativos en materia de familia, suavizó los que los contradecían y ocultó los que podían develar las ficciones de clase en las que esos anhelos se asentaban.