“…Por ello, percepciones como un sentimiento bajo de seguridad, poca cohesión de grupo o la existencia de instalaciones con altos niveles de seguridad, ocasionarán que la atmósfera penitenciaria disponga de una predisposición mayor a la violencia y la agresión y, por lo tanto, generarán un mayor número de malas conductas que deberán ser sancionadas. Asimismo, la presencia de un alto número de reclusos que presentan problemas de salud mental y, por consiguiente, conductas patológicas, tendrá un efecto disfuncional sobre el clima social de prisiones, debido a la dificultad de adaptación al entorno que presentan, la inestabilidad emocional y/o cognitiva, la dificultad de afrontamiento al estrés y la frustración, etc., generándose un clima cargado de tensión y negatividad, tanto para los propios internos como para el resto de las personas con las que interaccionan.Según afirma Henry11 , la existencia de conductas disfuncionales en prisión como respuesta a la dificultad de un ajuste social al entorno penitenciario ocasiona el incumplimiento de las normas penitenciarias, es decir, la aparición de infracciones, que son caracterizadas principalmente por dos tipologías: las infracciones por drogas, en lo referente a su pertenencia, al tráfico y al consumo; y las infracciones graves, como son las centradas en la agresión verbal y/o física contra otros reclusos o el resto de las personas con las que interactúan, la posesión de armas, los intentos de fuga, etc.…”