La alopecia areata es una condición común de pérdida de cabello no cicatricial inducida por un proceso inflamatorio, responsable del 1 al 3 % de la consulta dermatológica. Afecta a ambos sexos de igual manera. Se asocia con un incremento generalizado del riesgo de presentar otros trastornos autoinmunes: se acompaña con lupus eritematoso sistémico, vitíligo y enfermedad tiroidea autoinmune. La enfermedad atópica es dos veces más frecuente que en la población general.Clínicamente, la alopecia areata es de padecimiento asintomático, se ha reportado prurito, sensación quemante o dolor en algunos casos. Las lesiones típicas son: placas alopécicas circunscritas, redondas u ovaladas, lisa, piel sin cambio de coloración; con presencia de pelos cortos con extremo distal más grueso que proximal. Uno de los factores que podría contribuir de manera significativa al desarrollo de la alopecia areata es el estrés, otros factores, tales como infecciones, toxinas y la propia alimentación, podrían estar asociados a procesos de desregulación inmune, han sido propuestos como posibles desencadenantes de la enfermedad, aunque no todos estén validados. El diagnóstico se basa en la historia médica y examen físico, definida por la presencia de áreas de pérdida de cabello irregulares y sin cicatrices. En cuanto a la exploración física, se realiza la maniobra de pellizcamiento o maniobra de Jacquet, cuyo objetivo es formar pliegues en la piel cabelluda, mismas que se forman ante la ausencia de vello. Una vez originado el proceso de linfopoyesis a nivel medular, los linfocitos migran hacia el timo, donde las subpoblaciones celulares son seleccionadas mediante los principios de autorrestricción y autotolerancia. Se aplicó una metodología descriptiva, con un enfoque documental, es decir, revisar fuentes disponibles en la red, con contenido oportuno y relevante para dar respuesta a lo tratado en el presente artículo.