“…Entre otras políticas, estrategias y contramedidas para mejorar la seguridad vial del motociclista y las recomendaciones de la WHO (2017), se deben considerar: promover la cultura y la educación en seguridad vial para motociclistas (Segui-Gomez y Lopez-Valdes, 2007); analizar los informes de accidentes en motocicletas para conocer los factores de riesgo asociados (Schneider IV et al 2012); campañas de seguridad vial en los usuarios más vulnerables en las edades de 15 a 30 años (Zambon y Hasselberg, 2006;Ivers et al, 2016); promover el uso de elementos protectores (casco, guantes, espinilleras, coderas, airbags, protectores lumbares) (Li et al, 2008;Donate-López et al, 2010;Bourdet et al, 2012); restringir y sancionar la conducción bajo la influencia de drogas y alcohol (Peek-Asa y Kraus, 1996; Albalate y Fernández-Villadangos, 2010); Controlar la velocidad según el tipo de carretera (Clabaux et al, 2012); mejorar la calidad de las carreteras o diseñar carriles exclusivos (Daniello y Gabler, 2011;Sager et al, 2014); mejorar las condiciones mecánicas y el mantenimiento (e.g. frenos ABS, neumáticos de calidad, sistema antichoque y estabilización) (Langley et al, 2000;Fowler et al, 2016;Rizzi et al, 2016); mejorar la visibilidad del motociclista (por ejemplo, con el usos de chalecos, reflectantes, o sistemas de iluminación) (Cercarelli et al, 1992., Clarke et al, 2007; mejorar las condiciones de seguridad vial, como la señalización, la iluminación y la infraestructura (Quddus et al, 2001, Haque et al 2009Schneider IV et al, 2010;Pai, 2011); prohibir el transporte y la exposición de niños en motocicletas (Brown et al, 2018); penalizar las infracciones y las conductas de riesgo (i.e. exceso de capacidad, maniobras) (Elliott et al, 2007); y restringir la manipulación de dispositivos electrónicos mientras se conduce (Truong et al, 2019).…”