“…Con todo, hay que considerar el limitado alcance de las medidas adoptadas para garantizar la efectiva consecución de la igualdad en el ámbito de la investigación e innovación al seguir afectada por un conjunto de desigualdades de género estructurales y persistentes, especialmente la segregación de género en investigación y ciencia, los retos en la carrera profesional relacionados con el género, el desequilibrio de género en cargos superiores en la academia, los sesgos de género en el acceso a la financiación de la investigación, la investigación ciega al género y sesgada en el género y la cultura organizativa y el proceso institucional ciego al género y con sesgo de género 84 , que difícilmente pueden erradicar medidas como la adopción de planes de igualdad de género que responden frecuentemente a una mera formalidad cuya efectiva implementación y eficacia está condicionada, en la mayoría de los Estados miembros, por la falta de recursos, financiación y dotación presupuestaria, así como por carecer de efectivos mecanismos de auditoría y rendición de cuentas en caso de incumplimiento (Drew et al, 2017). Sin olvidar que la simple incorporación del 40 % de mujeres a los puestos de toma de decisiones no es suficiente si el único objetivo es cumplir con los requisitos formales de participación equilibrada de género, ni tampoco sería admisible la introducción del análisis de sexo/género solo cosméticamente, de manera que solo se incluyera la variable sexo, pero no la perspectiva de género en el análisis (Sánchez et al, 2017).…”