“…Se denominan abonos verdes, a la reutilización de subproductos vegetales (ramas, hojas, troncos, frutas, aserrín, entre otras) derivados de los sistemas agrícolas y que suelen adicionarse al suelo de manera directa luego de su cosecha (Caro-Lara et al 2009;Navia-Cuetia et al 2013;Forján et al 2017). Este tipo de enmienda, se caracteriza por altos niveles de ácido fúlvico y húmico (Brtnicky et al 2019) los cuales tienen una una mayor capacidad de unir metales que los fertilizantes inorgánicos (Bernal et al 2014;Forján et al 2017) y también tienen una alta relación C/N debido a que las partes leñosas de las plantas son ricas en carbono, mientras que las hojas son ricas en nitrógeno (Arango-Osorno et al 2017;Arcand et al 2017;Dion et al 2020;). Las plantas que se emplean como abonos verdes, son generalmente fabáceas y leguminosas (Murillo et al 2014), las cuales se asocian con bacterias nativas del suelo que fijan nitrogéno atmósferico y evitan su pérdida por lixiviación; además, mejoran las propiedades fisicoquímicas, aportan macro y micronutrientes y ayudan a mitigar los efectos de la erosión, incrementando la actividad microbiana (Zapata-Hernández et al 2020).…”