La pandemia por COVID-19 ha tenido enormes consecuencias, principalmente en la salud humana y la economía, pero también es importante resaltar su impacto en la conservación de la naturaleza. Uno de los grupos animales más afectados por la realidad actual son los murciélagos, ya que los medios de comunicación los han asociado erróneamente con la transmisión de este virus. Tras una visita efectuada durante el mes de agosto 2020 a una cueva ubicada en una quebrada estacional junto a la comunidad Tocagón Alto, San Rafael de la Laguna, Imbabura, Ecuador, se determinó la pérdida de una población de Anoura peruana. Esto debido a hogueras realizadas dentro de este cuerpo espeleológico ante la negativa contra los murciélagos que trajo consigo la pandemia del COVID-19. Hasta mayo 2022, esta cueva continúa deshabitada por los quirópteros objeto de estudio, y no existen indicios de su recolonización por parte de posibles sobrevivientes.