“…En definitiva, a medida que la complejidad de los retos ha aumentado en términos cuantitativos y cualitativos, la capacidad de los Estados de Bienestar para dar una respuesta efectiva se ha ido reduciendo, hasta el punto de que cada vez más, se habla de la necesidad del aumento de las "colaboraciones de bienestar" (Salamon y Toepler, 2015), para la articulación de sistemas efectivos de bienestar. La crisis parece haber generado una nueva estructura de oportunidad política para la actuación de la sociedad civil organizada (Zubero, 2015:32), y están surgiendo con fuerza los paradigmas de la innovación social (Ghys, 2017), los bienes comunes (Mattei, 2013;Hess y Ostrom, 2016), o el capital social (Putnam, 2000), planteando posibles alternativas desde esferas no siempre institucionales.…”