En el panorama actual, los cambios económicos, las innovaciones tecnológicas y las rivalidades competitivas redefinen constantemente el ambiente de las organizaciones que se desarrollan en niveles cada vez más altos de complejidad e incertidumbre. En este contexto, la resiliencia ha pasado de ser un factor deseable a uno indispensable en las organizaciones; sin embargo, la antifragilidad se posiciona como un paradigma superior en términos de beneficios a largo plazo, ya que prepara a las organizaciones para aprovechar los cambios.
En este estudio se aborda el problema de identificar las variables de gestión cruciales para desarrollar respuestas antifrágiles en organizaciones frente a la variabilidad del entorno. La hipótesis planteada sugiere que, para fomentar la antifragilidad, las organizaciones deben centrarse en tres áreas clave: estructuras y procesos, cultura organizacional, y comportamiento gerencial. Además, deben aplicar estrategias de regulación de la variabilidad basadas en retroalimentación negativa y positiva, conceptos centrales del enfoque cibernético en la teoría de sistemas.
Como resultado principal, se encontró que el modelo de gestión propuesto ofrece directrices útiles para la aplicación de múltiples metodologías sistematizando sus elementos en dos fases: primero, atenuando la variabilidad mediante estrategias de vía negativa que hacen robusto al sistema y reducen su exposición al riesgo, y luego, ampliando la variabilidad mediante estrategias de vía positiva que posibilitan explorar oportunidades con beneficios potencialmente mayores a las perdidas, lo que caracteriza una respuesta antifrágil.