AgradecimientosEl trabajo que se refleja en las líneas de esta tesis se prolonga en un tiempo ya casi indefinido. Y es arriesgado dar nombres en una lista de agradecimientos pues, sin duda, la memoria del que ahora escribe podría sucumbir en lagunas que, más tarde, lamentaría. Eludiré el peligro de los nombres.Quisiera, desde luego, agradecer el apoyo y colaboración de quienes han estado más cerca en la larga elaboración de la presente memoria. Ahí figuran los directores de la tesis; ahí figuran, sin duda en menor medida, muchos otros. Ya sean compañeros de grupo de investigación, de departamento, de universidad; ya sean de otros grupos, otros departamentos, otras universidades. Ya sean catedráticos, ya sean becarios. Detallar sus respectivos méritos es una tarea acaso titánica, acaso quimérica, y, en esta mañana en la que escribo, me siento algo agotado.Quisiera agradecer la amistad de aquellos a los que envié la serie de mensajes titulada El largo y tortuoso camino del doctorando. No es preciso que les nombre. Ellos saben quienes son. Y yo me sé de memoria la lista. La lealtad auténtica no necesita pregoneros. Quisiera agradecer, igualmente, el cariño o la amistad (según los casos) de los que también leyeron (o les leí) mis mensajes. Quisiera agradecer y recordar, también, a los que no pudieron leerlos, y que tanto hubiera querido. Quisiera agradecer, muy especialmente, a los miembros de cierta banda, a quienes envié otras muchas series de mensajes, por citar, las tituladas El sueño del Físico Loco, Singulares los tiempos de la lírica, El éter, La sustancia, Casablanca, Fragmentaria, Dada... Aunque, tal vez, algunas de sus respuestas llegaran a contrariarme, siempre, en el fondo, me alegré de sus envíos. Y aunque siga pensando que jamás formaré parte de un club que admita como socio a alguien como yo, si tuviera que hacer una excepción, no lo dudaría ni un instante.