Los principales retos que la humanidad tiene que atender de manera prioritaria para asegurar que la vida en el planeta pueda mantenerse en las condiciones que actualmente tenemos, o incluso mejorarlas, los ha identificado bien la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a través de la Agenda 2030, la cual, si bien es una propuesta con objetivos y metas a nivel internacional, representa un reto mayor cuando depende de una gran cantidad de países y actores (empresas, gobiernos y organizaciones sociales) con características, necesidades y prioridades diferenciadas. Asimismo, es importante reconocer que, para aspirar al éxito de este tipo de iniciativas, es menester contar con una infraestructura de apoyo directo (económica e institucional) para llevar los objetivos a buen término. La misma ONU ha reconocido que será imposible cumplir con las metas e indicadores definidos para el año 2030, por lo que es inminente su actualización con una perspectiva hacia el 2050. No obstante, la principal amenaza será superar la disposición de los países, instituciones y de infraestructura de soporte que haga viable esta transición hacia nuevas prácticas de convivencia que hagan del desarrollo social y económico un modelo que permita, a su vez, mejorar la calidad de vida de las personas, el medio ambiente y la preservación de los ecosistemas. Esta obra avanza en reconocer que es posible avanzar hacia una sociedad más sostenible, resiliente, y que una alternativa es consolidar una cultura de respeto por la humanidad y el medio ambiente, por lo cual presenta algunas prácticas que realizan diferentes actores en México y que inciden de manera positiva para avanzar en alguno de los objetivos y sus metas desde lo local, reconociendo que la difusión de esta cultura tendrá efectos indirectos hacia otros actores que podrán replicarlas e iniciar otras nueva, diferentes y con mayor alcance.