El papiloma ocular es una enfermedad que afecta al ojo y se origina a partir de la infección del virus del papiloma humano (VPH) en la conjuntiva, una membrana que recubre la parte blanca del ojo y los párpados. Como resultado de esta infección viral, se forman protuberancias o verrugas en la superficie ocular.
Los síntomas del papiloma ocular pueden variar en intensidad y presentación, pero comúnmente incluyen enrojecimiento ocular, irritación, sensación de cuerpo extraño, picazón y visión borrosa. Estas protuberancias pueden ser únicas o múltiples, y su tamaño puede oscilar desde pequeñas lesiones hasta crecimientos más grandes.
El tratamiento del papiloma ocular generalmente implica la eliminación quirúrgica de las verrugas o protuberancias. Para ello, se utilizan diversos métodos como el raspado, la escisión con láser o la crioterapia (congelación), siendo la elección del método dependiente del tamaño, la ubicación y las características específicas de las lesiones oculares. En algunos casos, se pueden recetar medicamentos tópicos para reducir la probabilidad de recurrencia de las verrugas.
Es importante destacar que el papiloma ocular puede presentar un riesgo potencial de transformación maligna. Algunas verrugas pueden volverse cancerosas y desarrollar un carcinoma de células escamosas conjuntival. Por esta razón, se recomienda realizar un seguimiento periódico después del tratamiento, a fin de detectar cualquier signo de recurrencia o cambio maligno.
En cuanto a la prevención del papiloma ocular, se centra en evitar la exposición al virus del papiloma humano. Esto implica practicar sexo seguro y evitar el contacto directo con las lesiones de la piel o membranas mucosas de personas infectadas. Además, mantener una buena higiene ocular y evitar compartir productos de cuidado personal relacionados con los ojos, como toallas o cosméticos, puede contribuir a la prevención de la enfermedad.