“…Lupus Eritematoso Sistémico es el nombre otorgado a una enfermedad autoinmune que provoca inflamación crónica, pérdida de tolerancia a antígenos propios y además de una activación inmune inadecuada con afectación multisistémica como el caso de: piel, riñón o cerebro y de presentación clínica muy heterogénea que va desde manifestaciones cutáneas leves hasta el fallo orgánico, (2)(3)(4)(5)(6)(7)(14)(15)(16) su patogénesis está relacionada con la susceptibilidad genética del individuo en conjunto con factores ambientales, entre estos tenemos: luz ultravioleta, infecciones virales y bacterianas, consumo de alcohol o tabaco, deficiencia de vitamina D, algunos químicos ocupacionales y no ocupacionales, los niveles hormonales, considera la mala supresión de las células B y el exceso de células T como mediadores importantes en el desarrollo de esta enfermedad, en donde la pérdida de la tolerancia inmune evita la respuesta humoral y celular hacia autoantígenos; la tolerancia inmune se define como el estado no responsivo a moléculas que podrían causar una reacción inmune evitando así, que se ataque a sus propios antígenos mediante mecanismos de tolerancia centrales y periféricos. (2,9,10,15,17) Esta patología se presenta mayoritariamente en mujeres teniendo un rango de relación de 8:1 a 15:1 si se compara con el sexo masculino; se ha observado asociación a genes de cromosomas sexuales, hormonas sexuales, la estabilidad de la microbiota intestinal, etc, pues la mayor prevalencia se ha determinado en las etapas de pre-pubertad y posmenopausia; (2) al ser más evidente durante la edad reproductiva comprende un reto médico y psicológico a la hora de tratar un embarazo o en su defecto planificación familiar; una de las características que resulta en una mayor posibilidad de presentar esta patología es, la etnia, puesto que se ha denotado un incremento en la severidad y prevalencia en mujeres afrodescendientes, asiáticas e hispanas en una relación 4:2 si se compara con aquellas mujeres blancas. (3,15,18,19) Sin embargo, Nusbaum J et al (3) mencionan en su trabajo de revisión que a pesar de que el grupo de hombres que llegasen a ser afectados por LES es menor, en términos de agresividad de la enfermedad, presenta mayor progresión en cuanto a daño orgánico y como consecuencia, este sexo tendría peor pronóstico, mientras que Kim J-W et al (2) añaden que por la aparición infrecuente en hombres, un diagnóstico y tratamiento retardados serían parcialmente responsables de un cuadro clínico agresivo; por otra parte, Hu H y He C,…”