La inteligencia artificial se ha ido abriendo paso de forma progresiva y los trastornos del movimiento no han sido una excepción a esta tendencia. La relativa facilidad de la recogida de datos hace que existan muchas iniciativas de inteligencia artificial para intentar diagnosticar o evaluar a los pacientes con trastornos del movimiento. Se han realizado estudios exitosos recogiendo datos de wearables u otros dispositivos, imágenes radiológicas, vídeos de los pacientes o señales neurofisiológicas. Los resultados en general son variables, pero la mayor parte de los estudios presentan una precisión por encima del 80%. Actualmente, la monitorización mediante wearables es la que se encuentra más avanzada, y esto se plasma en la aparición de dispositivos comerciales que ya se encuentran disponibles. Pese a toda la expectación que hay sobre estas nuevas tecnologías, quedan retos en cuanto a su validez, seguridad y responsabilidad que deben resolverse para llegar a una utilización generalizada en la práctica clínica diaria.