“…Cada vez se investiga más sobre métodos que puedan ofrecer más precisión y confiabilidad en las evaluaciones de la ansiedad en diferentes ámbitos; se encuentran estudios que se enfocan en validar pruebas psicológicas utilizadas para la valoración de la ansiedad a partir de la autopercepción de las personas que puedan presentarla de forma situacional o como una patología (Cabañero, Martínez, Perpiña & Richart, 2011). Al tener en cuenta que para comprender la ansiedad se requiere evaluar tanto sus respuestas cognitivas y conductuales como las fisiológicas (Lang, 1978), diversos estudios han involucrado la medición de correlatos fisiológicos de la ansiedad de personas sanas o con diagnóstico de la patología, en situaciones reales y simuladas (Guirado, et al 1995), utilizando diversos tipos de medidas biológicas como electroencefalogramas, presión arterial, frecuencia cardiaca, respiración, temperatura de la piel, entre otras (Iwata, 1988;Yoshida, 1990, Nachreiner, 1999Ohsuga, Shimono & Terashita, 2009;Bando, Oiwa, Okamoto & Nozawa, 2018;). En años recientes, se presenta el análisis de la voz como propuesta de evaluación de las emociones, entre ellas la ansiedad (Haddad, Ratley, Smith & Walter, 2002;Kotropoulos & Ververidis, 2006).…”