“…La medicina africana, tal como lo muestra Maya Restrepo (2001), se encuentra dotada de un complejo sistema de conocimientos que incluyen el uso de animales y plantas usados en complejos rituales de curación y adivinación, así mismo, uno de los aspectos más importantes que resalta la autora sobre dicha medicina, es el uso del olfato como fuente de conocimiento, existe pues una taxonomía del olfato, que le permite al curandero distinguir las plantas buenas de las malas, las calientes de las frías, así como un diagnóstico de las enfermedades enmarcado en la práctica de oler al paciente, este sistema, a la luz del conocimiento ortodoxo de la época, bajo la mirada del galeno y de las autoridades civiles y eclesiásticas, resultaba fraudulento, sospechoso e ilegal, fraudulento pues como lo afirma Foucault (2001), la relación paciente-médico se enmarca dentro de la "mirada", práctica que ganó privilegio y soberanía en la medicina a partir del siglo XIX y que dejó por fuera a las demás formas de conocer; sospechoso, ya que ante el éxito de muchos procedimientos, este fue atribuido la ayuda del demonio (Maya Restrepo, 2001), y e ilegal, pues al igual que los casos mencionados unas líneas atrás, tribunales como la inquisición procesaron a los implicados bajo las más duras penas, cuyos cargos fueron supuestas prácticas demoniacas de carácter sexual muy parecidas a las efectuadas por las brujas medievales (Osorio, 2005).…”