“…Sirvan como justificación, los siguientes ejemplos: a) una cierta dosis de pesimismo defensivo, incluso puede ser positivo y bueno para el proceso de vivir (Gruber & Moskowitz, 2014;Kashdan & Biswas-Diener, 2014;Lomas, 2016;Norem, 2001;Parrott, 2014); b) es posible tener demasiada felicidad, experimentar la felicidad en el momento equivocado, buscar la felicidad en los caminos equivocados, y experimentar tipos incorrectos de felicidad (Gruber, Mauss & Tamir, 2011); c) el sistema afectivo positivo se puede llegar a asociar positivamente con algunas formas de psicopatología (por ejemplo, trastorno bipolar, uso de sustancias; Gruber et al, 2017); d) la promoción del afecto negativo puede ser útil para las personas. Pues, la tristeza o el humor negativo, que no es depresión, puede mejorar las relaciones interpersonales, incrementar la motivación para superar la situación, mejorar la precisión en los juicios de formación de impresiones y un estilo de pensamiento más detallado y atento y, además, mejora la memoria y el recuerdo de los detalles (Forgas, 2013(Forgas, , 2017; e) un énfasis excesivo en la necesidad de buscar emociones positivas, y evitar las negativas, puede acarrear implicaciones negativas, a través de rumiar sentimientos y experiencias negativas, para el bienestar psicológico de las personas (McGuirk, Kuppens, Kingston & Bastian, 2017); y, por último, f) en pacientes con diversos cánceres de cuello y cabeza, no existían diferencias significativas en años de supervivencia entre los que se sentían abatidos y vencidos por la enfermedad, en comparación con lo que experimentaban pensamientos más positivos (Coyne et al, 2007).…”