El informe de 1982 del Comité de expertos de la OMS sobre Prevención de la Enfermedad Coronaria 1 ya consideró que las estrategias de prevención debían incluir tres componentes: 1) una estrategia poblacional, para intentar modificar aquellos estilos de vida, factores ambientales sociales y económicos que favorecen la presentación de la enfermedad; 2) una estrategia de prevención secundaria, para evitar recurrencias, complicaciones y evolución desfavorable de la enfermedad y 3) una estrategia para actuar en la población sin enfermedad establecida pero expuesta a un riesgo elevado con el objetivo de reducir los niveles de sus factores de riesgo. En este tercer punto son varias las circunstancias que condicionan la necesidad de establecer este orden de prioridades dentro de la prevención cardiovascular en atención primaria: la prevalencia elevada de los factores de riesgo, la elevada demanda asistencial que generan en un sistema nacional de salud universal y gratuito como es el español y los discretos resultados de las intervenciones realizadas por el personal sanitario cuando se valora su efecto sobre el total de la población y en pacientes de bajo riesgo 2-7 .En este sentido, la detección de los factores de riesgo y la estimación del riesgo global del individuo son las estrategias fundamentales para priorizar acciones en prevención primaria y la principal herramienta es la ecuación de riesgo.En este número de la Revista se incluye un artículo sobre la capacidad predictiva, comparación y consecuencias clínicas de las tablas de Framingham-Wilson y REGI-COR 8 . Las ecuaciones de riesgo son instrumentos de predicción útiles en el cribado de enfermedades y por tanto no destinadas al diagnóstico. Se diseñaron para ser usadas como ayuda orientadora a los médicos responsables de la prevención primaria de las enfermedades cardiovasculares calculando el riesgo en pacientes de 35 a 74 años a partir de su sexo, edad, presión arterial sistóli-ca, colesterol total, colesterol de HDL, consumo de tabaco y diagnóstico de diabetes.Es importante partir del punto de que la ecuación adaptada de REGICOR 9, 10 es una adaptación de la ecuación de Wilson 11 y no