A nivel del discurso y la política pública, el embarazo adolescente (EA) y la maternidad adolescente (MA) sigue siendo considerado un problema social y de salud pú-blica, debido a que su prevalencia es alta, se asocia con consecuencias biológicas, psicológicas y sociales negativas para la madre y su hijo/a -lo que los sitúa en una condición de mayor riesgo o vulnerabilidad social-y reproduce inequidades dentro de las estructuras poblacionales, por lo que atañe a la sociedad en su conjunto y no solamente a las personas y familias involucradas (Dides, Benavente y Morán, 2009;Donoso, 2008;Mendoza, Arias y Mendoza, 2012;Trillo, Quintana y Figueroa, 2013;wolff, Valenzuela, Esteffan y Zapata, 2009). En tér-minos de prevalencia, se ha visto que en Chile la tasa de fecundidad adolescente se ha mantenido estable en las últimas décadas, a diferencia del sostenido descenso observado en mujeres adultas (Dides et al., 2009;Donoso, 2008