Objetivo: Determinar si hay diferencia entre la persona crónicamente enferma sin azoemia respecto al sano en: estructura corporal, función renal y hábitos alimentarios. Material y métodos: Personas con participación voluntaria, edades comparables (20-80); índice de masa corporal (IMC) 20-25 kg/m2 y creatinina sérica <1,1 mg/dl. Diseño: comparación de grupos independientes: grupo 1 (n=50): Adultos sanos sin enfermedad alguna conocida o detectada, no consumo de fármacos y calidad de vida satisfactoria y grupo 2 (n=46): Personas con cualquier enfermedad crónica >3 meses. Mediciones tomadas a todos los participantes: peso, talla, agua corporal, grasa corporal y masa magra con balanza de bioimpedancia eléctrica; creatinina y urea séricas, y creatinina, urea y electrolitos en orina de 24 horas. Se determinó el aclaramiento de creatinina (ClCr) y de urea (ClUrea), la ingesta proteica diaria (IDP) y el consumo de sal sódica y potasio diario. El análisis fue realizado como grupos independientes son el software SPSS v.18. Resultados: No hubo diferencias en la estructura corporal de ambos grupos. Hubo diferencia significativa (p<0,05) entre sanos y enfermos en: ClCr (126,6 ± 42,3 y 96,2 ± 48,1 ml/min/1,73m2SC), ClUrea (57,0 ± 25,9 y 44,3 ± 30,7 ml/min/1,73m2SC), creatinina sérica (0,74 ± 0,16 y 0,67 ± 0,17 mg/dl), creatinina urinaria diaria/kg peso (20,5 ± 6,6 y 13,7 ± 6,1 mg/ kg), ingesta diaria proteica (0,89 ± 0,38 y 0,64 ± 0,46 g/kg/día) y consumo diario de potasio (0,89 ± 0,39 y 0,65 ± 0,39 mEq/kg/día). Conclusiones: Las enfermedades crónicas disminuyen tempranamente la función renal, la excreción urinaria de creatinina y limitan la ingesta de proteínas y potasio respecto al sano. Esto ocurre aun cuando la creatinina sérica está en límites normales.