La gripe, un clásico de la medicina interpretado desde tiempos inmemoriales en todos los escenarios del mundo, se reestrenó de nuevo en España en abril de 2009 1 . Esta nueva versión, titulada para esta ocasión A (H1N1), había sido repuesta (¿de forma inesperada?) unas semanas antes en México 2 . Como en los clásicos de los grandes dramaturgos como William Shakespeare, Lope de Vega o Àngel Guimerà, la esencia de los protagonistas es casi siempre la misma y el desarrollo de la obra sigue un formato perfectamente definido en tres actos: planteamiento, desarrollo y desenlace.Así, en el primer acto, que se inició en el verano de 2009, fueron presentados todos los intervinientes sin excepción: el protagonista, el virus, bien identificado y caracterizado molecularmente, pero cuyo comportamiento resultaba en este punto impredecible 3,4 ; los pacientes, que iban a vivir una maldad aparentemente incrementada del virus 5 ; los epidemiólogos y microbiólogos, en quienes recaía el desarrollo tác-tico de la defensa 6,7 ; los médicos asistenciales de diferentes especialidades, un ejército bregado en cientos de batallas, pero a pesar de ello temeroso de caer en la contienda 8 ; y los responsables de la política sanitaria, moviéndose en un escenario de elevada incertidumbre inicial que no conseguía poner freno al pánico creciente de la población y a la presión de los medios de comunicación 9 . Este primer acto también incluyó todos los cuadros posibles: asistencia primaria 10