El SARS-CoV-2, responsable de la enfermedad COVID-19, emergió en diciembre de 2019 en Wuhan, China, y se convirtió rápidamente en una pandemia mundial. Los esfuerzos se han centrado en comprender los mecanismos de transmisión, los reservorios naturales, los síntomas y las medidas de prevención de esta enfermedad. Varios estudios demuestran la susceptibilidad de especies animales de infectarse con SARS-CoV-2 post-convivencia con persona positiva a COVID-19 (antropozoonosis); la especie doméstica con más alta susceptibilidad son los gatos, ya que desarrollan y eliminan el virus muy rápido, sin embargo, en los últimos años varios estudios han establecido que el síndrome respiratorio agudo severo por coronavirus-2 (SARS-CoV-2) infecta a una amplia gama de animales, englobando visones de granja, rumiantes, hurones, y otros animales de compañía como perros, los animales de zoológico documentados que también son susceptibles a la infección son los tigres, leones, pumas, leopardos de las nieves, gorilas, nutrias, e hipopótamo. Por mecanismos naturales de mutación del virus a mediados del 2020 surgieron diferentes variantes, entre ellas el Ómicron, que es una de las variantes que ha generado preocupación por la alta capacidad de contagio en animales y la habilidad para evadir la protección inmunológica proporcionada por las vacunas.