“…Para paliar los efectos secundarios relacionados con el cáncer de mama, la práctica regular de actividad física ha demostrado ser una herramienta fundamental para mantener las funciones físicas y mejorar la calidad de vida de las mujeres supervivientes de cáncer de mama (Gavala-González, Gálvez-Fernández, Mercadé-Melé, & Fernández-García, 2021;Gavala-González, Torres-Pérez, & Fernández-García, 2021), así como disminuir la recurrencia tumoral y aumentar la supervivencia (Marco Continente, Luesma Bartolomé, & Santander Ballestín, 2021). Los programas de intervención que fomentan la actividad física en este tipo de población, muestran beneficios significativos en cuanto a la funcionalidad de las participantes (Fernández et al, 2020;Gavala-González, Gálvez-Fernández, Mercadé-Melé, & Fernández-García, 2020), mejoras en los valores asociados a la fuerza muscular y la capacidad aeróbica (Dieli-Conwright et al, 2018;Rogers et al, 2023;Schulz et al, 2021) y una disminución significativa de los síntomas relacionados con el cáncer, como son las náuseas, la fatiga o el dolor (Mazzoni et al, 2023;Prieto-Gómez et al, 2022;Rogers et al, 2023), Estos beneficios contribuyen a mejorar, no solo el autoestima o el estado de forma de las mujeres que han superado la enfermedad, sino que también contribuyen a mejorar su calidad de vida y sus expectaciones en la vida (Fernández et al, 2020;Gavala-González, Torres-Pérez, et al, 2021).…”