“…En nuestro caso, a pesar de que como ya se ha indicado la raza no fue, globalmente, un efecto significativo, fueron los lechales y ternascos churros los que presentaron una carne más grasa, posiblemente por ser una raza más precoz y de pequeño formato (Zygoyannis et al, 1990, Sañudo et al, 1997 y aptitud lechera (Wood et al, 1980). En cualquier caso, hay que considerar que unas mayores edades y pesos están asociados a superiores estados de engrasamiento (Tabla 16) (Field et al, 1990, Zygoyannis et al, 1990, Aziz et al, 1993 aunque algunas veces las diferencias no sean significativas (Alfonso y Thompson, 1996) ya que estas diferencias son, dentro de una raza o cruce, más marcadas a unos pesos de sacrificio que a otros (Andrews y Ørskov, 1970) La grasa también influye en muchas características que califican la calidad del producto que se consume (Tabla 17), desde el color de la carne, hasta la percepción de su textura o de su sabor, ya que dependen de una u otra manera de la composición de la misma (Muchenje et al, 2009). Un mayor porcentaje de ácidos grasos insaturados se puede relacionar con un color más intenso y más amarillo debido a la mayor susceptibilidad a la oxidación por su mayor inestabilidad.…”