“…En el estudio de la pobreza energética se reconocen cuatro enfoques (Bouzarovski y Simcock, 2017;Sovacool y Dworkin, 2015): primero, el enfoque de la vulnerabilidad energética, que se centra en la capacidad de las personas para afrontar los costos energéticos; segundo, el enfoque de la justicia energética (Soriano-Hernández et al, 2022), que se basa en la equidad en la distribución de los recursos energéticos y en la protección de los derechos de los consumidores energéticos; tercero, el enfoque de la eficiencia energética (Alamonte et al, 2003;Carpio y Coviello, 2013;Linares, 2009), centrado en la reducción del consumo de energía y la promoción de tecnologías más eficientes y sostenibles; por último, existe el enfoque de pobreza de combustible como parte de la dimensión social de la energía (García, 2014), en el que la pobreza se mide a partir de las limitaciones de los hogares para mantener la eficiencia física de las personas. En este último enfoque, se establece una línea de pobreza basada en un umbral de temperatura necesario para el confort térmico.…”