“…En términos globales, coincido en el diagnóstico de que la propuesta presentada por Elias es parcial y sólo en esa medida alcanza a explicar la riqueza y los matices albergados en la historia de las costumbres, la cortesía o las buenas maneras. Se podrían indicar algunas de las líneas de desarrollo, que, por razones de espacio, no pueden ser tratadas en este trabajo, tales como: la vertiente moral que vertebra muchas de las iniciales y más ejemplares contribuciones a la cortesía (Courtin, 1708;Erasmo de Rotterdam, 1985;Chartier, 1993), la importancia de conceptualizar todas estas reglas de conducta como instrumento adecuado y facilitador de la participación social (Gracián, 1968;Della Casa, 1994;Laspalas, 2003); o la crucial influencia de las órdenes religiosas en la transmisión de estas pautas de comportamiento, que diversos comentadores han puesto de manifiesto recientemente (Goudsblom, 2004;Turner, 2004). En cualquier caso, la parcialidad de una argumentación como la de Elias, encaminada a mostrar un ejemplo de «impulso civilizador» dentro de su teoría más global de los procesos de civilización, no debe rechazarse por los elementos que no contempla en sus análisis, sino motivar una ampliación de su perspectiva contando con lo que ésta tiene de válido.…”