Se describe el caso de un ejemplar de tortuga argentina, Chelonoidis chilensis, macho, adulto, que fue atacado y mordido por un canino. Se constató la fractura del plastrón, con pérdida del segmento frontal y exposición de los músculos deltoideus y supracoracoideus. Se fijaron 3 ganchos al plastrón mediante resina epoxi, aproximando la piel a los mismos con poliamida 0,30. Se utilizó cefazolina como tratamiento antibiótico y los espacios abiertos entre piel y plastrón fueron cubiertos con miel de abeja en forma tópica cada 48 horas. Al día 5 de tratamiento se percibió el crecimiento de Fusarium spp. en la superficie, por lo que se modificó el tratamiento local y se procedió a realizar diariamente el lavado de la zona con iodopovidona al 7,5 %, seguido de la aplicación de miel. Se realizaron baños en agua durante 2 horas, cada 48 horas. A los 5 días del procedimiento, el paciente comenzó a ingerir agua y, a los 35, a alimentarse. A los 28 días se percibió buena adherencia de la piel a los músculos, al tiempo que, coincidentemente, empezó a utilizar los miembros anteriores. A las 6 semanas se retiraron las suturas y se constató remodelación del tegumento y cierre completo de la herida.