“…En aras de mejorar la calidad asistencial y en base a la dificultad para evaluar el dolor, se ha impulsado el uso de instrumentos estandarizados y validados. Estos instrumentos buscan obtener información directa de los pacientes en cuanto a la manera en la que perciben y experimentan el dolor, incluyendo aspectos como la intensidad, el tiempo sin dolor y su impacto en las actividades de la vida cotidiana, el sueño/descanso y el estado de ánimo, entre otros (Tristancho et al, 2022). La información recogida a partir de estos instrumentos, junto con la información de la historia clínica, es utilizada por los profesionales sanitarios para valorar el dolor en la práctica clínica habitual (Vicente Herrero et al, 2018).…”