A principios del siglo XXI después de superar la crisis económica rusa de los 90 se estrecharon los lazos entre Rusia y España: aumentó el volumen de negocios y el flujo de turistas rusos al país ibérico. Los rusos empezaron a invertir activamente en el mercado inmobiliario español. En el ámbito de la política internacional, los Estados coincidían en la lucha contra el terrorismo internacional y la crítica del separatismo. Sin embargo, tenían serias discrepancias. Las autoridades rusas se mostraron en contra de la participación activa de España en la invasión estadounidense de Irak en 2003. Pero la etapa más difícil en las relaciones empezó después de la crisis ucraniana de 2014, cuando los países occidentales, incluida España, impusieron sanciones a Rusia. Sin embargo, a pesar de las tensiones entre Rusia y la Unión Europea, Madrid mantiene una relación especial con Moscú. El Gobierno español acogió submarinos rusos en Ceuta.