“…Estas diferencias motivacionales son especialmente interesantes, dado que permiten la toma de decisiones sobre políticas y programas de apoyo o incitación del emprendimiento de manera segmentada, esto es, de manera más efectiva y mejor adaptada a las condiciones de los académicos/as. En definitiva, el género es un elemento importante en la predisposición a crear empresas académicas, pues la ratio de mujeres en los puestos más elevados del ámbito académico aún es menor que la de hombres (Klofsten y Jones-Evans, 2000; Díaz-García y Jiménez-Moreno, 2010; Shinnar et al, 2012;Goel et al, 2015;Heidler y Lengersdorf, 2015;Hark, 2016;Hillebrand, 2016;Striedinger et al, 2016), así como en la participación en esta vida laboral académica, traduciéndose en España en una proporción 60-40 a favor de los hombres. A esta limitación ocupacional hay que añadir otro tipo de obstáculos de carácter conductual, sociocultural, de acceso a los beneficios y redes sociales y de acceso a infraestructuras y recursos (Díaz-García y Jiménez-Moreno, 2010; Shinnar et al, 2012;Goel et al, 2015;Hark, 2016;Arshad et al, 2016;Aguado et al, 2016), tales como las estructuras de conciliación negativa, que llevan a la mujer a hacerse cargo en mayor medida de las tareas del hogar y de la crianza, la baja confianza en las propias capacidades, motivadas por elementos socializadores negativos, las actitudes sociales negativas hacia las mujeres (Gupta et al, 2019), tanto desde el punto de vista del liderazgo como desde el punto de vista de la confianza en la cesión de recursos, el menor acceso al crédito y a otros recursos o las menores oportunidades, así como la menor participación de las mismas en las carreras técnicas (Parker, 2004;Aguado et al, 2016), lo cual desemboca en una menor creación real de empresas por parte de las mujeres (Davidsson, 1995).…”