“…El texto ha sido leído no solo como cuento fantástico, sino también como una alegoría de la lectura, como una poética sobre cómo leer (o cómo no leer), en consonancia con la crítica del propio Cortázar al lector-hembra (metáfora desafortunada por la que debería disculparse durante décadas): una lectura pasiva, "de placer" (en el sentido que le da Roland Barthes, 1974), de textos propios de la cultura de masas (Juan-Navarro, 1992) 24 . Y en efecto, la novela cuya lectura se representa, la "ficción", tiene una trama relacionada con el policial y la literatura romántica ("de infidelidades" en Goloboff, 2004: 284; "rosa" según Solano Rivera, 2015: 59) y hasta se ha planteado que todo el texto es una parodia de este tipo de literatura a partir de la anécdota referida (amantes que planean un asesinato) (Juan-Navarro 1992, Silva 1997, Goloboff 2004, Solano Rivera 2015 25 . Así, el cuento no solo representa el pasaje entre la "realidad" y la "ficción", sino también un lector, un modo de leer y una literatura, y apela al lector real (ahora sin comillas): complejiza el esquema básico del pasaje al plantear un nivel más y desestabilizar nuestra propia idea de realidad, la alta vara que Todorov le exige al fantástico (1981: 32-33) 26 .…”