ResumenLa esperanza de vida y la proporción de personas mayores están aumentando en el mundo. El crecimiento urbano, que también está en aumento y que ocupa los espacios libres de la ciudad y de su entorno inmediato, amenaza el espacio verde urbano y los activos de salud que contienen, entendidos estos como recursos que potencian la capacidad de los individuos, de las comunidades o de las poblaciones para mantener la salud y el bienestar. De este modo, esta amenaza también presenta consecuencias negativas para la salud y el bienestar de los mayores. Por estos motivos, actualmente hay una creciente necesidad de espacios comunitarios, como los parques urbanos, que satisfagan las necesidades de este colectivo. Los parques y zonas verdes son elementos fundamentales de la forma urbana que, entre otros aspectos, satisfacen las necesidades recreativas de los ciudadanos. Estas áreas se caracterizan por ser espacios seguros, accesibles, atractivos, relajantes y pacíficos al contar con vegetación natural, fauna y, en algunos casos, con zonas de agua. Asimismo, los parques verdes urbanos hacen de las ciudades entornos más saludables, contribuyendo a mejorar la calidad de vida de los habitantes, ya que amortiguan la contaminación ambiental, acústica y el estrés diario, regulan el clima y fomentan la actividad física. Así, la población en general y las personas mayores en particular, pueden beneficiarse de las zonas verdes para mejorar su salud física y mental y pueden interactuar socialmente. Además, los adultos que viven en áreas con más espacio verde tienen tasas de mortalidad más bajas. Según la Oficina Regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada habitante debe disponer de entre 10 y 15 m2 de zonas verdes a una distancia de 300 m o a 5 minutos a pie. La presencia de un espacio verde a menos de 300 m se asocia a la realización de actividad física diaria, aunque ello no significa que toda la población lo utilice. Entre los indicadores para medir activos de salud en parques urbanos destacan la presencia de vegetación que proporcione sombra, de zonas de agua, la disponibilidad de mobiliario adecuado (bancos, papeleras, etc.), la existencia de pistas deportivas y equipos de gimnasia, entre otros. A estos elementos hay que añadir el tamaño del parque, ya que los más extensos con senderos planos y de longitud considerable son ideales para los adultos mayores: caminar es su principal forma de actividad física. Sin embargo, también se pueden beneficiar de los parques más pequeños, idóneos para realizar actividades que requieren niveles más bajos de esfuerzo físico como leer o simplemente socializar. La distribución de estos parques, así como las características de los elementos que lo conforman, es desigual entre los barrios de una ciudad. Los objetivos del estudio son, por un lado, establecer el grado de accesibilidad a parques urbanos por parte de la población mayor de 65 años de diversos barrios de la ciudad de Tarragona y, por otro, comprobar la adecuación de los mismos a las necesidades específicas de este colectivo para determinar si existe justicia espacial. Para ello se realizan las siguientes fases metodológicas: (1) georreferenciación de la población de 65 años o más; (2) cartografiado y análisis del diseño de los parques urbanos de la ciudad; (3) asignación de cada individuo al parque más cercano y (4) análisis de accesibilidad y adecuación de los parques urbanos. Como resultados, se encuentra que los mayores de los barrios más céntricos disponen de acceso a espacios verdes mejor dotados y cercanos a sus lugares de residencia. También influye en el acceso a las zonas verdes urbanas las características sociodemográficas de la población. Por contra, los barrios de poniente de la ciudad, se ven perjudicados por la falta de justicia espacial, ya que sus parques no se encuentran correctamente dotados. Este estudio pretende servir como base para mejorar el diseño de los espacios verdes de modo que los barrios de las ciudades puedan ser más saludables.