“…El Design Thinking se ha promovido mediante tácticas para ofrecer soluciones y alternativas considerando dos aspectos: pensar en el consumidor durante el proceso de diseño y atender las consecuencias realistas para el medio donde se presentan las propuestas, poniendo en práctica la empatía, la definición, ideación, prototipado y valoración del proyecto (Steinbeck, 2011;Urroz, 2017), además de producir múltiples ideas desarrollando la fluidez de pensamiento, estructura fundamental en la búsqueda de soluciones innovadoras, aquellas que demanda el mercado y que marcan la diferencia entre el diseñador creativo y aquel que se desenvuelve como verdadero agente de cambio. Poner en práctica el Design Thinking en la enseñanza potencializa el desarrollo de las habilidades de pensamiento, así como su capacidad para innovar y crear o responder a problemas reales de la sociedad mediante la motivación y las capacidades propias del estudiante (Razzouk & Schutz, 2012;Mentzer et al, 2015). Proceso donde el docente actúa como un mediador para impulsar estas habilidades, ya sea desde el taller, o desde asignaturas digitales que enfaticen en el método.…”