“…Estos organismos son importantes componentes de las redes tróficas y son consumidos por la población (Moscoso, 2012). Por su importancia, estas especies han sido objeto de estudios ecológicos (por ejemplo, forman parte de la dieta de algunos peces, aves y mamíferos marinos) (Leiva et al, 2015), oceanográficos (por considerarlos bioindicadores ante cambios de salinidad y temperatura) (Berrú y Carbajal, 2017;Vilás-Gonzáles, 2016), patológicos (por ser hospederos intermediarios de helmintos y otros parásitos) (Acha y Szyfres, 2001), ecotoxicológico (al ser considerados bioindicadores por concentrar tóxicos y metales pesados) (Márquez et al, 2008), e incluso zoogeográficos (ya que delimitan zonas geográficas a través de su distribución) (Correa-Sandoval y Rodríguez-Cortés, 1998;Hendrickx, 1993;Wicksten, 1991). Para el Perú, se han registrado 361 especies de crustáceos decápodos marino-costeros (Moscoso, 2012), los cuales se han ajustado a 360 taxa (ya que la especie Calcinus chilensis H. Milne Edwards, 1836 presenta una estatus taxonómico incierto para Perú); 12 de ellas han sido colectadas únicamente en las costas del país, de las cuales cinco son consideradas «endémicas del Perú» por presentar una distribución restringida (Castro y NG, 2010;Garth, 1973;Haig, 1974;Moscoso, 2012).…”