L a depresión es una enfermedad recurrente, frecuentemente crónica y que requiere un tratamiento a largo plazo 1 . Su prevalencia en la población general se encuentra entre 8 y 12% 2 . Se estima que para el año 2030 ocupará el primer lugar en la medición de carga de enfermedad según los años de vida ajustados por discapacidad 3 . A pesar de esto, su diagnóstico aún continúa planteando múltiples desafíos tanto conceptuales como clínicos. Con el objeto de resolver los problemas de validez y confiabilidad de los criterios diagnósticos, en la actualidad se ha impuesto un modelo ateórico, (representado por el Diagnostic and Statistic Manual of Mental Disorders, DSM y la Clasificación Internacional de Enfermedades, CIE) cuya utilidad ha sido cuestionada, no encontrándose hasta el momento una solución definitiva 4 . Ante esta realidad clínica subyace un problema grave y complejo. La evidencia muestra que para los propios psiquiatras existen importantes dificultades al momento de plantear un diagnóstico que resulte adecuado para el cuidado de los pacientes depresivos 5 y no es de extrañar que el médico general tenga al menos las mismas dificultades. Así, se ha visto que en atención primaria de salud (APS), la depresión suele ser sobrediagnosticada, subdiagnosticada y tratada de manera insuficiente 6-8 .El objetivo de este trabajo es revisar el constructo de la depresión desde el punto de vista del diagnóstico psiquiátrico, considerando aspectos clínicos ("espectro afectivo"), socioculturales, etiopatogénicos y caracterológicos. La tesis que guía esta revisión es que la depresión debe comprenderse según una concepción de la relación mente-cerebro, entendida como un sistema complejo y que, por lo tanto, debe ser analizada desde múltiples perspectivas 9 . Para eso, plantearemos un modelo integrado que facilite al médico el buen desarrollo de su juicio clínico mientras trabaja con