El campo de estudios de la criminología ha estado caracterizado históricamente por la controversia y la discusión. Sin embargo, durante los últimos años, el debate ha dado lugar a un frágil consenso. Uno de los principales puntos de coincidencia reside en la creencia de que estamos asistiendo a un aumento de la punitividad. De hecho, la afirmación de que las políticas actuales de control del delito están dominadas por mentalidades punitivas parece ser aceptada en forma abrumadora por los criminólogos académicos. Existe una división entre aquellos que consideran que este aumento de la punitividad es impulsado "desde abajo" por un público ansioso y enojado y quienes lo ven como un proceso esencialmente conducido "desde arriba", en el que políticos ambiciosos y manipuladores juegan con los miedos y las ansiedades públicas para endurecer sus políticas de control del delito y fortalecer su apoyo electoral.Uno de los primeros aportes a esta literatura fue el realizado por Anthony Bottoms (1995), quien en su artículo sobre las políticas penales y la filosofía del castigo esboza la noción de "populismo punitivo", afirmando que es uno de los componentes principales de estas políticas, conjuntamente con preocupaciones e intereses acerca de los derechos humanos, las comunidades y las formas de managerialismo. No obstante, resulta significativo que sea en relación con el "populismo punitivo" que este artículo haya sido más frecuentemente citado por los criminólogos.David Garland (2001) ha incorporado también las nociones de punitividad y populismo en su explicación de la naturaleza cambiante del control del delito en la sociedad contemporánea, concibiéndolos como procesos relativamente autónomos pero relacionados. Garland argumenta que existe en este momento una corriente relativamente populista en la 1 Traducción de Natacha Guala y Augusto Montero (Universidad Nacional del Litoral).