“…Al ser la lectura una actividad cognitiva de orden superior, fundada en la motivación intrínseca (Alexander y Murphy, 1998;Rosenblat, 2002;Schwabe, McElvany y Trendtel, 2015), la formación del lector debería estar asentada, entonces, en la educación del apego emocional a la cultura letrada (McGeown, Duncan, Griffiths y Stothard, 2015; McGeown, Osborne, Warhurst, Norgate y Duncan, 2016; Schaffner, Schiefele y Ulferts, 2013; Wigfield, Gladstone y Turci, 2016). Ahora bien, desde el foco didáctico de la enseñanza, la investigación sobre el compromiso que los docentes sienten hacia la lectura comienza a dar luces sobre las necesidades formativas del profesorado mediador (Caride, Caballo y Gradaílle, 2018;, en tanto que interventores socioculturales que se ubican en un espacio entre el fomento del gusto por la lectura y el desarrollo de la competencia lectora (Romero, Trigo y Moreno, 2018;, entendida esta última como la educación de la lectura comprensiva para el aprendizaje.…”